—Estoy cansada, cansada de aparentar que la vida es perfecta,
cansada de sonreír cuando no tengo ganas ni de moverme, cansada de tener todo a
medias, de sentirme mediocre, cansada de llorar de impotencia, de temor o
rabia, cansada de ver el tiempo pasar y sentirme atrapada en decisiones que no
quiero tomar. No quiero decidir, no me importa que en ello esté implicado mi
futuro, ya no quiero tener que pensar que es lo mejor, no quiero decidir qué
hacer, tengo miedo, estoy aterrada, carezco completamente del coraje que a
veces creen que tengo. No quiero tener que arriesgarme. —Respire profundo, ahogada por aquel
discurso —Vamos, que alguien decida por mí, que alguien, quien sea, que
se haga cargo y me diga que hacer.
—Tienes que hacerte cargo
Apoye la cabeza en el respaldo del sofá y resople fastidiada.
—¿Es que no escuchaste lo que dije?—ni siquiera lo mire, no tenía
necesidad, sabía perfectamente que me estaba mirando, alzando una ceja con la
boca fruncida en clara señal de enojo.
—Escuche cada palabra, lo que no implica que deba seguirte el juego y
decir que tienes razón
—Entonces solo cierra la boca y vete, no entiendo que hacer aquí. Ni
siquiera te importo— reí sin ganas, dejándome caer de lado para poder acostarme
en el sofá. Tenía ganas de quedarme así, inmóvil, con la cabeza en la nada.
—¿Por qué dices eso?
—¿Cuál de todas las cosas?—cerré los ojos tapándolos con mi brazo,
intentando, de alguna forma, alejarme de ahí.
—Todo. Sabes que me importas, sabes muy bien que debes hacerte cargo
de tu vida, sabes…
—Sí, lo sé todo— le interrumpí —el problema es que no quiero hacerlo.
Estoy harta, quiero ser nada, quiero ser aire, quiero ser una ameba
—No puedes serlo
—Solo mírame y veras que lo consigo— me sentía nerviosa, esa puta ansiedad
comenzaba a tensarme cada musculo, me alteraba y me provocaba llorar.
—No puedes seguir así, entre más demores peor se pondrá, debes
decidir, debes reaccionar
Mis uñas comienzan a enterrarse en las palmas de mis manos y mi mandíbula
se tensa en un punto doloroso, las lágrimas comienzan a caer sin que pueda detenerlas
y la angustia me aplasta el pecho.
—Basta— susurro con la garganta apretada —no quiero escuchar lo que ya
tengo claro, estoy cansada de tratar de salir a flote, de tratar de no
decepcionar, de no sentirme lo peor— el aire se me corta y siento su presencia
a mi lado, se acomoda en el sofá, rodeándome con sus brazos e instintivamente
me acurruco contra él.
Su mano acaricia mi cabello y solo puedo aferrarme a su camiseta y
esconder la cara en su pecho.
—Todo estará bien— deja un beso en mi frente, mientras me abraza más
fuerte
—¿Y si no?—solo lo escucho suspirar, y me hace sonreír. Al menos no
soy la única que ve oscuro el futuro ahora.
3 comentarios:
28 de julio de 2014, 3:03
<3
13 de septiembre de 2014, 1:15
genia de la existencia virtual dsjkaldjwm <3
10 de octubre de 2014, 13:02
La existencia no es perfecta. Sonreir cuando no se lo desea, es algo indeseable.
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